Góngora:
Era miembro de una familia culta. Ingresó en la Universidad de Salamanca para estudiar leyes. En 1603 se halló en la corte, que había sido trasladada a Valladolid para mejorar su situación económica.
En esa época escribió algunas de sus más ingeniosas letrillas, hizo una profunda amistad con Pedro Espinosa y enfrentó una terrible enemistad con su gran rival, Francisco de Quevedo, ya que Góngora y Quevedo entendían la literatura de diferente manera. Góngora tenia una manera de ver la poesía, en cambio Quevedo se opone violentamente a esta nueva forma de entender la poesía “clásica” de Garcilaso.
Instalado definitivamente en la corte a partir de 1617 fue nombrado capellán de Felipe III, en Madrid, no llegó a ser sacerdote hasta los cincuenta años, por culpa de su vida licenciosa (ser tan atrevido…).
Viajó por muchos sitios, por ejemplo: Madrid, Granada, Cuenca, Burgos…
Fue un poeta bivalente, es decir que por un lado hacía sus letrillas y romances populares de nítida expresión y por otro, sus obras cultistas. No le preocupan temas como la religión o el amor. Lo que le inspiró fue la belleza
Quevedo:
Francisco de Quevedo nació en Madrid en 1580. Desde niño estuvo expuesto a las intrigas de la corte (su padre era secretario de la princesa doña María y su madre dama de la reina). Hizo sus primeros estudios en el Colegio de los Jesuitas de Madrid; luego cursó humanidades (1596-1600) en la Universidad de Alcalá y de 1601 a 1604 siguió estudios de teología en la Universidad de Valladolid. En 1613 acompañó a Italia, como consejero, al Duque de Osuna (Virrey de Nápoles). En 1617, Felipe III le concede el hábito de Santiago. La caída política del Duque de Osuna (quien muere en la cárcel en 1624) le va a causar también problemas a Quevedo, quien fue desterrado temporalmente a la Torre de Juan Abad. Años más tarde, las intrigas políticas y/o su obra satírica lo llevaron a la cárcel de 1639 hasta 1643 (no fue juzgado y se desconocen las causas precisas por las que el rey Felipe IV lo encarceló). Murió poco después de salir de la cárcel en 1645.
Francisco de Quevedo era ante todo un hombre de letras. Poseía una profunda cultura humanística (conocía el griego y el latín –tradujo las Epístolas de Séneca- y dominaba el italiano, el portugués y el francés). Fue también un escritor precoz y prolífico. Su obra es multifacética y a ello debe también el constante prestigio que ha tenido dentro de las letras españolas. Cultivó los más diversos géneros literarios. Su obra en prosa es tan extensa como su obra poética. En prosa destaca como filósofo, como escritor ascético, escribió una aguda novela picaresca (Historia de la vida del Buscón), cuenta con profundas obras políticas (Vida de Marco Bruto, Política de Dios, gobierno de Cristo), obras crítico-literarias y numerosos textos festivos y satíricos
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